lunes, 12 de mayo de 2014

Necrópolis de Son Real


La finca pública de Son Real, con una superficie de 395 hectáreas, está situada en la costa noreste de la isla, en el término municipal de Santa Margalida. Son Real está a 12 kilómetros de Can Picafort. Para llegar a Son Real tendremos que atravesar el núcleo de Can Picafort en dirección a Artà, hasta llegar a la playa de Son Bauló, donde acaba la zona urbanizada. Nuestro itinerario comienza junto al hotel Son Bauló. Podemos dejar el vehículo en esta zona. Desde la playa de Son Bauló, mirando al mar, caminamos hacia la derecha.
Cruzamos la desembocadura del torrente y andamos por la playa unos quince minutos, por un terreno que combina zonas rocosas con extensiones de arena.

Las playas vírgenes de esta área natural albergan sistemas dunares con extensos pinares que crecen desafiando al salitre de la zona; tambián albuferas que conservan el agua dulce de sus marismas en contacto directo con el agua de mar y que cobijan a gran número de aves migratorias, como el chorlitejo y la polla de agua. Avanzamos por una costa virgen, en la que lamentablemente no será difícil tropezar con plásticos y otros residuos, la mayoría arrastrados por el mar hasta la orilla. Transcurrido un cuarto de hora llegamos a la necrópolis de Son Real.

UNA NECRÓPOLIS MONUMENTAL

Las ruinas se encuentran al borde mismo del mar, cerca del islote conocido como s’Illot des Porros, en una punta de tierra que entra en el agua y que está formada por roca arenisca. Desde esta zona se puede contemplar toda la bahía de Alcúdia y el cap Ferrutx al fondo. Este terreno se usó como solar funerario desde los tiempos pretalayóticos hasta la Edad Media y durante un tiempo se pensó que había sido cementerio fenicio, de ahí que se le conociera como Punta Fenicis. La erosión del mar ha hecho desaparecer numerosas tumbas, aunque todavía se conserva un centenar de ellas.

Las hay de todas las formas, rectangulares, navetiformes o circulares, y sirvieron tanto para enterramientos individuales como de pequeños grupos familiares. Los ajuares consistían en joyas y armas, tanto de bronce como de hierro. El grado de conocimiento sobre esta singular necrópolis que pudo haber correspondido a una elite gobernante, resulta aún incompleto. Es probable que haya más tumbas por descubrir.

Detrás de la playa vemos una escalera de madera con la que atravesamos la valla. Podemos optar por cualquiera de los caminos señalizados. Todos discurren por pistas llanas en dirección a las casas de Son Real y atraviesan un bello pinar protegido por un bosquete de sabinas, salpicadas de un sotobosque rico en lentisco, labiérnago y en mayor medida madroño, que facilita la proliferación de las que dicen son las mariposas más bellas de la isla, pues sirve de alimento a los gusanos de la mariposa Jasón de dos colas. Durante el recorrido podremos leer los diferentes paneles explicativos que nos aportarán información referente a aves como el xoriguer, la abulilla o la perdiz roja; plantas como la estepa llimonenca o el acebuche; y animales como la oveja blanca mallorquina.  


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LAS ‘CASES’ DE SON REAL

Transcurridos unos treinta minutos desde que partimos de la necrópolis, llegamos a las casas de la emblemática possessió de Son Real, que a pesar de su titularidad pública (fueron adquiridas por parte del primer pacto progresista) se encuentran todavía en explotación. Antes de visitarlas podremos observar cómo piaras de porc negre campan a sus anchas por los terrenos de la zona. El porc negre es uno de los primeros animales que se establecieron en Balears, y, según diferentes autores, es una de las agrupaciones más primitivas que se ha mantenido en explotación productiva hasta el día de hoy, debido a la especial incidencia que ha tenido en la economía familiar de la población rural.

 La marina de Santa Margalida ha sido testigo durante siglos de la cría tradicional de este animal, fruto de un cruce ancestral entre razas ibéricas y célticas. Con su carne se elabora la Sobrassada de Mallorca de Porc Negre, de altísima calidad gastronómica.

Las casas han sido sometidas a un proceso de restauración obra del arquitecto Dani Freixes. Albergan un museo y un centro de interpretación que ofrece al visitante la posibilidad de descubrir los valores de Son Real a través de paneles explicativos, audiovisuales y espectaculares montajes de luz y transparencias que ensalzan la riqueza de la finca desde el punto de vista histórico, con los numerosos yacimientos arqueológicos conocidos y aún por conocer, y etnológicos, mediante logradas reproducciones de episodios de la actividad humana que se han desarrollado en este lugar.

La Fundació pel Desenvolupament Sostenible de les Illes Balears pretende gestionar la finca con criterios de sostenibilidad, como un espacio vivo, manteniendo las explotaciones agrícolas y ganaderas, y convertir Son Real en un parque arqueológico de importancia internacional.

Desde las cases de Son Real existe un camino señalizado que conduce, en menos de diez minutos, hasta el poblado pretalayótico de Es Figueral, un grupo de ocho estructuras navetiformes que se agrupan en una pequeña elevación. El yacimiento fue excavado en 1965 bajo la dirección de Guillem Rosselló Bordoy y Juan Camps (aparecieron fragmentos de cerámica, huesos de perros y ocas, molinos y restos de marisco). Todo parece indicar que el conjunto fue abandonado en los primeros tiempos talayóticos y que se volvió a ocupar en el periodo islámico.

ILLOT DES PORROS

Después de visitar el poblado regresamos a las casas de Son Real y vamos a la derecha en dirección al mar, siguiendo el itinerario señalizado como 2. En unos treinta minutos llegamos al refugio de Son Real (reservas al teléfono 971 51 70 70). Detrás del refugio hay una valla con una escalera de madera. Tras superarla advertimos una torre de enfilación que se levantó durante la Guerra Civil para controlar la bahía de Alcúdia y frente a ella, ligeramente a la izquierda, vemos el Illot des Porros. Se puede llegar a él nadando, al encontrarse sólo a unos sesenta y cinco metros de tierra. En tiempos prehistóricos estuvo unido a la tierra.

Al igual que la necrópolis sufre la erosión a causa de las olas. El islote tiene una superficie de 3.000 metros cuadrados y su altura máxima no sobrepasa los cuatro metros. El conjunto presenta tres grandes cámaras talladas en la roca y a un nivel inferior del suelo. Son construcciones espectaculares, más amplias que las de Son Real. Los restos humanos hallados, sobre un total de 230 individuos, revelan un origen oriental, tal vez púnico.

Durante las excavaciones se encontró una gruesa capa de cenizas con restos de ofrendas y enterramientos por incineración. El inicio de la actividad funeraria puede situarse como máximo en el siglo VI a. C. y las tumbas fueron utilizadas regularmente desde el siglo IV hasta el II a. C. Desde el Illot des Porros continuamos la excursión de nuevo hacia la necrópolis, bordeando la costa. Entre el islote y la necrópolis existe una pequeña cueva funeraria, junto a unas antiguas canteras de piedra arenisca.

En la playa cercana al islote podemos ver una cueva funeraria pretalayótica, aunque modificada posteriormente. Delante de ella se aprecian los restos de un muro y, entre las quebradas de la pequeña elevación donde se abre, existe otra cueva funeraria, medio oculta por matorrales. Por camino ya conocido, regresamos a Son Bauló. Si la ruta no ha calmado nuestra sed por la arqueología, Santa Margarita, municipio que concentra el mayor número de yacimientos de Mallorca por kilómetro cuadrado (153), nos dejará saciados.

El sepulcro megalítico de Son Bauló de Dalt y el talayot cuadrado de Son Serra de Marina no se encuentran lejos y son de especial interés (información en el ayuntamiento de Santa Margalida, tel. 971 52 30 30).

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